jueves, 18 de julio de 2013

La felicidad del loco de amor

El otro día iba en el metro sentada frente a una madre con un niño dormido en su regazo. Con los dedos iba recorriendo la cara del pequeño, le miraba como si no quisiera olvidar ni un sólo lunar de su rostro, tarareaba ajena al bullicio como si sólo estuviesen ellos dos en el mundo, le tocaba memorizando sus rasgos, como si quisiera grabar ese instante en su memoria para siempre. Sus ojos estaban húmedos, o quizá sólo eran los míos. Llegaban a su destino, terminó las caricias acercándole a su pecho y cerrando los ojos, tan protectora y fuerte y tan vulnerable como sólo lo puede ser una madre, esa madre tan dueña y tan esclava del amor a su hijo.
Tres minutos de trayecto llenos de un amor infinito.

Ese es su poder: nada es infinito salvo el amor.  Porque el amor es lo que nos parte el corazón y lo que le da forma, es la misma vida. Lo más doloroso, lo más maravilloso y todo a la vez porque hasta el amor no correspondido y el amor fallido que toca techo y se apaga, el que nos ilusiona y nos quita el hambre, el que nos hace reír mientras lloramos de alegría, nos hace saber que somos capaces de querer hasta que nos duela el pecho.

Ama con toda tu fuerza y jamás te arrepientas, porque el amor nos vuelve locos y nadie es más feliz que un loco de amor.


Charles Bukowski
Charles Bukowski



A Val, porque vive y ama como yo, con tanta intensidad como le permite el corazón.  
Y al que hoy le vuelve loca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario