martes, 27 de agosto de 2013

Promesas perdidas

Las promesas duelen.

Vivimos intoxicados de promesas de futuro que generas frustraciones ancladas en nuestra conciencia. Parece mentira que tras años de "Noches Viejas" nos hagamos más viejos pero menos sabios. Parece mentira que sigamos haciéndonos propósitos de Año Nuevo, de cumpleaños, de post-vacaciones, de aniversario... que se diluyen en el tiempo.

Me doy cuenta de que las personas prometemos sin parar, creo que es porque la promesa de un futuro justifica nuestro presente, "prometo amarte siempre", "prometo dejar de fumar", "prometo ser mejor persona"... Y después encontramos siempre una excusa para incumplirlo, "necesito tiempo, "estaba muy nervioso"... Excusas que utilizamos para que no duela tanto ver lo frágil de una promesa, la facilidad con que se la lleva el viento, el estruendo con que se rompe de repente.

¿Por qué no prometemos que hoy no fumaré, que hoy te quiero, que hoy haré algo que me haga mejor persona?

Yo reitero algo que dije hace mucho tiempo a alguien "no puedo prometerte que estaré siempre contigo, pero te prometo que el tiempo que estemos juntos lo daré todo para hacerte feliz". Creo que es lo más honesto que he dicho nunca. 

Nos gusta prometer cosas para generarnos una ilusión. De acuerdo, entonces prometamos que hoy, ahora, vamos a hacer algo para ser felices y así nos ilusionaremos cada día con la felicidad.

Ilusiones gallegas / Meryland
Ilusiones gallegas / Meryland

martes, 13 de agosto de 2013

Los vivos no descansan en paz.

Llega un punto en el camino en que la vida comienza a ser un continuo echar de menos, vidas sumidas en el recuerdo de una foto en blanco y negro, vidas estancadas en una injusticia que arrasa con lo demás.

Madres de víctimas de la dictadura argentina que aún se reunen en la Plaza del Dos de Mayo pidiendo justicia. Civiles en Israel, Palestina, Siria que rezan por no formar parte de las fosas comunes sobre las que se yergue esa guerra. Presos políticos del Gobierno Chino, pequeñas que desaparecen a diario en India, africanos que huyen de las milicias para perderse en el mar.. Injusticias pasadas, presentes y, seguramente, futuras, ante las que se aparta la mirada mientras otros echan de menos cada minuto de su vida a aquellos que nunca volvieron a casa. Enjuiciarlo no les devolverá lo que perdieron, pero puede que les dé sosiego para seguir caminando.
Cuando el juez Garzón, junto a Amnistía Internacional y las organizaciones de Memoria Histórica, lanzó la mayor investigación sobre desaparecidos en el régimen de Franco, no sólo se estaba denunciando una  violación flagrante de los Derechos Humanos, no sólo se buscaba justicia, querían cavar en nuestra historia para poder cerrarla, para decirle adiós y volverla a enterrar. Porque los muertos hace tiempo descansa en paz, pero los vivos siguen en vela.

La injusticia aviva el fuego del dolor en el corazón y de la rabia en nuestras mentes, y lo sé porque hace poco dediqué un artículo a mi abuela con estas palabras "A mi abuela, por esas confesiones de mirada perdida en la Guerra Civil que algún día recopilaré" y a ella se le llenaron los ojos de lágrimas de recuerdo.

Meryland
Meryland

 

viernes, 9 de agosto de 2013

El perdón vacío

Es difícil caminar con heridas abiertas, por eso pedimos perdón y perdonamos, para cerrar las llagas del alma. 
Pero últimamente he visto más tiritas que cicatrices, personas con un arsenal de perdones que utilizan como parches que tapan pero no curan. Sirven para empezar de cero pero lo que no saben es que el peso de la culpa descoserá los remiendos de su conciencia.

Y eso me molesta profundamente, me molesta que se vacíen palabras cargadas de sentido, de sentimiento, que significan un nuevo comienzo, que suponen un esfuerzo por olvidar a pesar de todo y seguir amando, palabras que son el motor del mundo. 

Como dijo mi amiga Valeria, "El perdón parece que lo arregla todo, pasa a ser aire". Y así lo creo, hasta el más ferviente de los católicos cree en el fondo de su alma que haga lo que haga, confesándose cada domingo tiene el cielo ganado.
Jacinto Benavente dijo "perdonar supone siempre un poco de olvido, un poco de desprecio y mucho de comodidad", yo creo que perdonarse ha pasado a ser un todo de comodidad. Hemos deshumanizado el perdón que ha pasado a ser la herramienta de los necios que buscan la salida fácil despues de tropezar una y otra vez sin querer evitarlo y de los conformistas que prefieren pasar página.




martes, 6 de agosto de 2013

El tiempo con arrugas

Ancianos que recorren las calles de Madrid aún cogidos de la mano, manos cuyas arrugas se funden y entrelazan como hilos de historia compartida que fluye dejando surcos en sus cuerpos.

Me gusta imaginar sus historias, quizá un soldado y una enfermera de la Guerra Civil, quizás dos jóvenes en busca de un futuro en un tren... en todo caso historias que arraigaron tanto en sus corazones que perduran incluso cuando el viento del tiempo quiso barrerlas.

Me gusta imaginar esas vidas, como decía, porque el tiempo es el mayor cabrón y el mejor maestro, es el que crea y destruye, el que deja un halo de hastío a medida que pasa por nuestras vidas. Las historias de amor arden hasta dejarnos en carne viva para luego ir apagándose cuando la falta de ilusión y de algo nuevo de qué hablar soplan la llama hasta apagarla, sin siquiera pedir un deseo.

Sin embargo, allá van, de la mano paseando por la Cava Baja, por calles llenas de recuerdos perennes en sus retinas. Es amor, puede que los tiempos que vivieron y esas intensas historias de amor por carta les hicieran aferrarse con más fuerza el uno al otro y puede que durante toda su vida hayan avivado el fuego a golpe de fuelle hasta que sus manos han encallecido. Quizá nuestro tiempo nos despega y las perspectivas y el cambio nos quitan antes las ilusiones generando otras nuevas.

Sea como fuere, es bonito ver esas manos juntas desde hace años, superando la vida y sin esperar nada más que seguir caminando juntos.

El tiempo con arrugas//Meryland
Meryland

jueves, 1 de agosto de 2013

La feria de Abril en el Congreso.

El boom del día ha sido la comparecencia de Rajoy en el Congreso. Una comparecencia estilo Feria de Abril, con letras tipo María del Monte "Me he equivocado, confié en quien no debía" y toda la derecha española ejerciendo de palmeros mientras la Oposición sacaba la peineta.

Y es que sus partidarios consideran pues honorables las palabras de nuestro "humilde" presidente, pero en mi casa (y en la de todos) de toda la vida se ha enseñado que los errores garrafales y a propósito se pagan, no se pasan de largo con un "perdón, no lo sabía", a lo que Rajoy añade "ergo no dimito ni de coña". Si hubiese sido un trabajador de a pie estaba despedido con la cuantiosa remuneración de una buena patada en el culo. 

Mientras la derecha da palmas hasta con las orejas dirigidos por Carlos Floriano, Rubalcaba dice algo curiosamente coherente: aquellos mensajes eran más de socios de trapicheo que de compis de partido. A mi también me lo parece, a ver si ahora toda la cúpula es ciega y sorda y tiene los bolsillos negros sin darse ni cuenta (véase ref. Cristina, Borbón, Aznar, Urdangarín...).

El caso es que se me ha atragantado la comida porque por muchos debates televisivos, parlamentarios, de bareto, de vecinos... que se hagan al respecto, la conclusión a la que llego es la misma: las palabras ocultas de Rajo son "Eshpañolesh, voy a jugar con ustedes al Teto"

Aunque si estáis de vacaciones (a pesar de ser pobres) ¿jugamos a la piragua?

SILENCIOS

Siempre he pensado que las personas somos pozos, esos pozos de piedra con su cubo en el borde, situados en medio de un jardín de musgo y hiedra con olor a verde. La mayoría de estos pozos están abandonados, tan llenos de ideas propias que estas calcifican y no dejan lugar a la entrada de otras nuevas. El agua entonces se estanca y el verdín de la vanidad cubre nuestra superficie creándonos la falsa ilusión de estar llenos de todo cuando en realidad estamos llenos de nada. 

Pensamos que sabemos todo de la vida y que nuestra misión es dar lecciones a los demás, de manera que el ruido mundano resulta ser un continuo choque de consejos perdidos en la anegación. 
No consiste tanto en hacer un esfuerzo, un esfuerzo se realiza cuando levantas a pulso dos cartones de leche, es cultivar la ilusión de que otros pueden hacernos rebosar pero de riqueza de vida.
 
Qué paradoja, escribo sobre escuchar hablando, y sobre no dar lecciones aconsejando,  permitidme echaros esta moneda, ya guardo silencio.