martes, 6 de agosto de 2013

El tiempo con arrugas

Ancianos que recorren las calles de Madrid aún cogidos de la mano, manos cuyas arrugas se funden y entrelazan como hilos de historia compartida que fluye dejando surcos en sus cuerpos.

Me gusta imaginar sus historias, quizá un soldado y una enfermera de la Guerra Civil, quizás dos jóvenes en busca de un futuro en un tren... en todo caso historias que arraigaron tanto en sus corazones que perduran incluso cuando el viento del tiempo quiso barrerlas.

Me gusta imaginar esas vidas, como decía, porque el tiempo es el mayor cabrón y el mejor maestro, es el que crea y destruye, el que deja un halo de hastío a medida que pasa por nuestras vidas. Las historias de amor arden hasta dejarnos en carne viva para luego ir apagándose cuando la falta de ilusión y de algo nuevo de qué hablar soplan la llama hasta apagarla, sin siquiera pedir un deseo.

Sin embargo, allá van, de la mano paseando por la Cava Baja, por calles llenas de recuerdos perennes en sus retinas. Es amor, puede que los tiempos que vivieron y esas intensas historias de amor por carta les hicieran aferrarse con más fuerza el uno al otro y puede que durante toda su vida hayan avivado el fuego a golpe de fuelle hasta que sus manos han encallecido. Quizá nuestro tiempo nos despega y las perspectivas y el cambio nos quitan antes las ilusiones generando otras nuevas.

Sea como fuere, es bonito ver esas manos juntas desde hace años, superando la vida y sin esperar nada más que seguir caminando juntos.

El tiempo con arrugas//Meryland
Meryland

2 comentarios:

  1. ¡Muy buena entrada! Cuando veo a algún anciano en el parque sentado me viene a la cabeza las tantas historias que tendrán. El tiempo...


    Raúl A.

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    1. Muchas gracias!! De verdad gracias por tu seguimiento, sin conocernos y siempre animándome y leyéndome.
      Gracias.

      María G.

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