domingo, 27 de octubre de 2013

Me encantan las personas de domingo

No entiendo el odio a los domingos. Decir que los odias porque auguran un lunes y malhumorarse es como enfadarse porque estamos tomando el postre, ¡pero si ya estamos llenos! Un sinsentido. Por esta regla de tres viviríamos continuamente enfadados por los miles de finales de la vida.

Negatividad absoluta es el diagnóstico.

Los finales a veces son tristes, es verdad, otras no, pero siempre siempre son nuevos comienzos. El final de una peli trae una sonrisa y algo cambia en ti; el final de un libro, una reflexión; el de una cita, un mensaje de buenas noches o quizá un despertar acompañado... Siempre traen un pan bajo el brazo.

Los domingos igual, son como quien se despide con un beso en un portal, sube a casa, se pone algo de beber, camina hacia la cama y, de pronto, se ve reflejada en un espejo con esa sonrisa tonta que le arropa hasta que el sol salga cargado de historias.

Las personas domingo son así, exprimen sus historias semanales, las sirven frías, o calentitas si el día no acompaña, a veces es amargo pero siempre encuentran azúcar, antes o después, aunque se la pidan al vecino, siempre hay alguien con azúcar en casa. Las toman despacio con la compañía de una manta si el domingo viene frío y cansado, o de un brindis, si se viste de celebración.
Porque aún es domingo, ya el lunes empezaremos una nueva recolecta.

Me encantan las personas de domingo, porque le echan mermelada al pan que el final trae bajo el brazo.

Feliz domingo / Meryland
Feliz domingo / Meryland

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